Lamento decirles que no ha sido así. No hay demandas por esto. El pueblo sabio sabe que está en buenas manos y que no hay nada que temer
A nadie habrá sorprendido la noticia de que el gobierno anterior espió a cientos de ciudadanos con motivos políticos.
No es una novedad en nuestras costumbres gubernamentales. El gobierno anterior al anterior espió también, con el mismo sistema. La guerra contra el narco habría sido su coartada para decir “espiamos sólo a criminales”.
Pero el gobierno pasado renunció a la coartada. No persiguió al crimen. Se dedicó a darle abrazos.
¿A quién espió entonces? No lo sé.
Leí distraídamente la noticia del uso de Pegasus por el Ejército y me quedé con el número de 456 espiados. La verdad, me parecieron pocos.
Leí luego con detalle y vi que eran 456 espiados sólo en los meses de abril y mayo de 2018. No sé si hay que multiplicar por los meses que faltan del sexenio.
Multiplico: a 456 por bimestre, serían 2 mil 736 espiados por año, es decir, 16 mil 416 en el sexenio.
No sé si son pocos o muchos. Son más que los que espían en países como India y Bahrein, denunciados en la misma camada que el espionaje mexicano.
En México espiaron cuatro veces y media más que en la India, cinco veces y media más que en Bahrein. La India es una democracia con un líder populista de maneras autoritarias. Bahrein es una monarquía constitucional, propiedad de una familia.
Todo el espionaje denunciado en México, corrió a cargo del Ejército, “pueblo uniformado” para el anterior gobierno. Habrán espiado nada más a los que no son pueblo.
Queda la duda de si al espionaje ilegal del Ejército también se le está poniendo un segundo piso en este gobierno.
Sería prueba de que los personajes que no son pueblo han crecido, de que hay un segundo piso de gente digna de ser espiada por el pueblo uniformado.
No faltarán quienes salgan con el reclamo de que esto es un delito y los responsables deben ser llevados a la justicia.
Lamento decirles que no ha sido así. No hay demandas por esto. El pueblo sabio sabe que está en buenas manos y que no hay nada que temer.
No sé ni por qué lo comento.