La excusa es tan boba como querramos ser nosotros: hay que vaciar las presas para que puedan recibir las lluvias que van a venir
Ante la renovada amenaza de aranceles y sanciones, la señora presidente Sheinbaum tuvo que cerrar la boca y abrir el grifo, ahogando así los gritos de los sedientos agricultores, ganaderos y habitantes de la franja norte de nuestra frontera. Esta vez Donald Trump se basa en el incumplimiento por parte de México del tratado binacional para el uso de las aguas fronterizas.
Ese documento regula el uso compartido de las aguas de dos ríos: el Colorado y sus afluentes, para proporcionar agua de los Estados Unidos a Tijuana y su área, y el río Bravo, desde Fort Quitman, Texas (prácticamente Ciudad Juárez), hasta el Golfo de México, que debe proporcionar agua a los Estados Unidos. Para ser exactos, a los agricultores del sur de Texas, especialmente a los del Valle del Rio Grande, que así le dicen ellos al Bravo.
Los estudiosos de derecho se refieren a este acuerdo bilateral como un ejemplo de buen trato mutuo. Según el texto, hecho en 1944 y ratificado al año siguiente por ambos países, México debe entregar del Bravo y sus afluentes 431 mil quinientos millones de metros cúbicos de agua. Estados Unidos debe dar a Tijuana un billón 849 mil milllones quinientos mil metros cúbicos. Más del doble.
El tratado fue forjado en 1944, cuando eran los tiempos de vino y rosas entre los Estados Unidos y México. El dólar costaba cuatro pesos. Roosevelt estaba diseñando al mundo para después de la guerra, y México se enfilaba a la modernidad alemanista: compartían visión e intereses. Wine & Roses.
En realidad, el tratado binacional de aguas no presentó problema alguno hasta 1990: la población en ambos países había crecido y el desarrollo los había transformado. Acuérdese a cómo estaba el dolar. La sequía impidió a México por primera vez cumplir cabalmente con su cuota. El texto del acuerdo habia previsto esa situación: opera en ciclos de cinco años, al cabo de los cuales, la deuda de un quinquenio se puede trasvasar al siguiente. Cuando las presas binacionales estén llenas se hace borrón y cuenta nueva. Nuevo ciclo.
Este año se cumple el ciclo quinquenal. México está quedando a deber y tiene un cobrón bravo: el 30 de marzo Estados Unidos dejó de mandar agua a México. Trump sacó su pistola favorita de los aranceles y las sanciones. La presidente Sheinbaum no tuvo más remedio que sacar agua de la presa El Cuchillo, que es el guardadito para la sed de Monterrey y del río San Juan, que está en el acuerdo también.
La excusa es tan boba como querramos ser nosotros: hay que vaciar las presas para que puedan recibir las lluvias que van a venir.
Es más fácil afrontar la verdad, como la señora Claudia intenta con temor.
Me acordé de un escritor y político guatemalteco que vivió muchos años en nuestro país. Hace muchos años fuimos ambos columnistas en la revista Siempre! de Pagés Llergo. Nunca olvidaré un proverbio portugués que citaba con frecuencia: casa donde no hay pan, todos discuten, y nadie tiene razón.
Eso lo tiene que entender hasta Donald Trump. No se puede repartir lo que no hay: a pesar de las lluvias recientes en nuestra zona y las oraciones de los político al son de “parece que va a llover, el cielo se está nublando…”
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): El enfrentamiento de Carmen Aristégui con Televisa está poniendo al descubierto lo que siempre hemos sabido: no hay que creer todo lo que sale en las “benditas” redes sociales. Todo se puede fabricar a la orden de quien sea.