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La pregunta claramente la pongo pensando en la definición que creo debe de tomar ese partido político en México: mantener su nombre o cambiarlo. No soy yo quién debe decidirlo ni votar por una de las opciones, pero puedo opinar, y definitivamente creo que el PRI debe cambiar su nombre, trataré de justificar:

1.- En el mundo entero hemos visto el decrecimiento de los “partidos tradicionales” y el surgimiento de “partidos organizaciones” con nombres como Nuevas Ideas en El Salvador, Podemos o Ciudadanos en España o aquí en México Morena y Movimiento Ciudadano, las dos opciones más exitosas en las últimas elecciones federales.

2:- El PRI fue desplazado en 2000 de la presidencia por el alto rechazo y la corrupción de sus gobiernos, y no sólo perdió esa elección, sino que en la siguiente fue relegado a un lejano tercer lugar en el que su candidato no pudo triunfar en uno sólo de los 32 estados del país.

3.- En 2012 regresa, ¿cómo explicarlo?

a) Conservaron gobiernos locales, lo que hizo un regreso de “afuera hacia adentro”, los gobernadores se organizaron, mostraron su fuerza y surgió uno de ellos con suficiente popularidad para encabezar el regreso aprovechando dos gobiernos del PAN con malos resultados y el desgaste que aun tenía la imagen de López Obrador (que después se recuperó) luego de la “toma de Reforma” en 2006.

b) El partido en el gobierno 2000-2012 no comparte ideología con el PRI, no se roban grupos grandes de electores y cada quien conserva su base; eso hizo que a pesar de estar disminuido, el PRI mantuviera fuerzas regionales, sociales y gremiales.

4.- En 2012 entonces, el ciudadano ante los malos resultados de los gobiernos del PAN, le dio otra oportunidad al PRI que llegó muy fuerte pero antes de dos años inicia una debacle al grado de salir con altos niveles de rechazo, nada que ver con 2000; si alguien pensó que el PRI no volvería después de 2000, su derrota de 2018 es muchísimas veces peor.

5.- El partido ganador en 2018 defiende todas las banderas que alguna vez enarboló el PRI, los votantes priistas no lo ven ajeno, hay un éxodo masivo no sólo de políticos sino de simpatizantes que ven en Morena su nueva opción de lucha, además en el presidente ven a un luchador de causas sociales como las que el PRI abandonó cuando para muchos, incluyéndome, se aburguesó, la expresión PRIAN no sólo se refiere a la cercanía de sus políticas sino al perfil de sus candidatos y gobernantes.

6.- Mientras en 2000, al ser desplazado conservaba 19 gobernadores, llegó a bajar hasta 17 y luego volver a subir a 21, siempre tuvo fuerza regional; hoy tiene sólo 12 y después de la elección de 2021 podría reducir ese número a seis, cinco, o hasta cuatro ya que en ocho estados en los que hoy gobierna habrá elecciones de gobernador y no aparece como favorito como en viejos tiempos.

7.- Las preferencias electorales hoy lo colocan en un dígito, peleando terceros lugares y sufriendo en estados donde antes arrasaba; este año en los seis estados sólo tuvo un desempeño respetable en uno de ellos, Durango, donde no peleó, pero al menos fue segundo lugar estatal, en algunos incluso se acercó más a perder el registro que a ganar.

8.- Como partido arrastra los escándalos de corrupción de muchos exgobernadores o funcionarios, no basta expulsarlos, para el ciudadano, la imagen del PRI es la imagen del peor de sus militantes, difícil luchar contra eso. De esa manera, hoy tiene rechazos rondando a ocho de cada 10.

9.- Las palabras “Partido” e “institucional” son palabras con significados negativos para la nueva generación, y el concepto “revolución” ha dejado de tener la importancia que antes tenía, los dos partidos que tienen esa palabra en su nombre tuvieron resultados pésimos y están en problemas.

En defensa del nombre:

Si es tan claro, ¿por qué aún hay voces que lo defienden? Sí hay razones:

1.- Para una buena parte de mexicanos el nombre y la imagen del PRI es parte de su vida, de su costumbre, de su trabajo, no hay duda, pero es una generación saliente y cada vez más empequeñecida, el nombre podrá hacer que no lo abandone este grupo, pero evitará que se le acerquen los demás.

2.- Cambiar de nombre es tan peligroso que podría hacerlo perder el registro, más vale mantenerlo y asegurarlo que cambiarlo, se pierda identidad y lo ponga en peligro. Esta tal vez es la razón más válida, si quiere “jugar” al registro, conservar el nombre e imagen es lo correcto, aunque esto le cause tardarse en la fundación de una opción que alguna vez vuelva a representar algo mayoritario.

Conclusión

Leyendo lo anterior, se me antoja aconsejar:

1.- Modificar su estructura interna, que se vea un partido ágil y moderno.

2.- Conservar los colores, la bandera sigue siendo atrayente, pero modificar la imagen.

3.- Cambiar el nombre, eliminar las tres palabras y buscar algo que llame a la emoción o al movimiento.

4.- Salir a buscar líderes naturales, dejar de inventarlos, no quitar a los jóvenes la frescura que tienen encasillándolos en la cultura priista del protocolo y la disciplina.

5.- Hacer campañas modernas, eliminando frases como “así somos los priistas” que no denotan sino resistencia a un cambio que ya los rebasó.

Repito, son consejos, pero conociendo a muchos priistas sé que si llegan a leer esto dirán: “Tú no nos conoces, somos muchos y sabemos cómo ganar otra vez”, y tienen razón en la primera parte, no los conozco.

Por último, no me responsabilizo de nada, si le cambian de nombre y pierden el registro yo no dije nada, hagan lo que quieran, yo estoy barnizando.