San Juan Pablo II ostenta una marca difícil de superar es el primer Papa que llega a las listas de la revista Billboard que mide los éxitos musicales con el disco Abba Pater
Ya es oficial, el próximo 7 de mayo dará inicio el Cónclave, la reunión de cardenales para elegir a quien se encargará de conducir el destino de la Iglesia Católica luego de la muerte del papa Francisco.
En estos días se han gastado ríos de tinta, kilos de papel y muchos megas para intentar definir las características que debe tener el nuevo pontífice y las prioridades que tiene que atender. Incluso ya hay apuestas, basadas en proyecciones, digamos políticas, acerca de quién podría ser el Papa 267 de la historia.
Independientemente de cualquier análisis o especulación, el nuevo líder del catolicismo tendrá que hacer suyos principios de los tres últimos pontífices que le han impreso cambios irreversibles a la Iglesia. Comencemos por San Juan Pablo II.
JUAN PABLO II: ESPÍRITU MISIONERO
Con sus más de 100 viajes pastorales al extranjero, la gestión de Juan Pablo II le otorgó a su labor un carácter misionero. Con él, el Papa dejó de ser para los fieles un hombre vestido de blanco que vivía en Roma para pasar a ser alguien cercano, a quien podían tocar, ver, escuchar en su país, en la plaza de su ciudad.
Pero ese espíritu misionero lo llevó a también a tomar partido por causas sociales, como el apoyo al Sindicato Solidaridad en su natal Polonia. Su activismo le trajo también gran influencia internacional en la historia del siglo XX.
Su labor no estuvo exenta de controversias, pero qué le parece si eso lo vemos en otra colaboración.
BENEDICTO XVI: FORTALECIMIENTO DE LA IDENTIDAD CATÓLICA
A Benedicto XVI no le tocó un pontificado fácil. En primer lugar, tuvo que lidiar con la sombra de Juan Pablo II, un Papa carismático y empático, carisma y empatía que él no tenía.
Durante sus ocho años de labor al frente de la iglesia buscó el fortalecimiento de la identidad del catolicismo mediante su trabajo teológico y dando continuidad al diálogo con otras confesiones religiosas que inició Juan Pablo II.
FRANCISCO: UNA IGLESIA HUMILDE Y ABIERTA A TODOS
La del papa Francisco fue una gestión que podríamos definir como de apertura. Siguió con el dialogo interreligioso iniciado por sus antecesores. Tuvo acercamientos con grupos que de alguna manera habían sido marginados dentro de la iglesia, como los divorciados vueltos a casar y la comunidad LGBTQ+
Buscó dar más espacio a las mujeres en puestos clave, un ejemplo de ello fue el nombramiento de Sor Raffaella Petrini como gobernadora de El Vaticano.
Si bien su estilo pastoral y sus reformas sirvieron como una bocanada de aire fresco para la imagen de la Iglesia, también generaron tensiones con sectores tradicionales, marcando un papado de transformación y controversia, algo con lo que tendrá que lidiar su sucesor.
EN EL TINTERO
Algo en común que tienen San Juan Pablo II y Benedicto XVI es que ambos grabaron un disco.
San Juan Pablo II ostenta una marca difícil de superar es el primer Papa que llega a las listas de la revista Billboard que mide los éxitos musicales con el disco Abba Pater
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