Minuto a Minuto

Internacional La reina Letizia recibe a la princesa durante la escala del buque escuela Elcano en Panamá
La princesa Leonor y la reina Letizia se reunieron en una de las visitas más breves del buque, que durará solo tres días
Internacional Zelenski considera inútil la tregua de tres días anunciada por Moscú en torno al 9 de mayo
"Intentemos un alto el fuego de 30 días. ¿Por qué de 30 días? Porque es imposible acordar nada en tres, cinco o siete días" dijo Zelenski
Internacional Los cardenales se reunirán dos veces el lunes antes del cónclave
Los cardenales indican que necesitan "un poco más de tiempo para rezar juntos" tomar una decisión correcta sobre quién sucederá a Francisco
Internacional Aumentan a 233 los muertos por el derrumbe de la discoteca en Santo Domingo
Las muertes por el derrumbe en la discoteca Jet Set subieron a 233, tras el fallecimiento de una mujer hospitalizada desde entonces
Nacional Acnur cierra cuatro oficinas en México por “recortes financieros”, pero deja ocho abiertas
La Acnur indicó que "debido a los recortes financieros" cerró las oficinas ubicadas en Chiapas, Tabasco y Jalisco

En el retrato de Claudio Lomnitz de Zacatecas como “zona de silencio” (Nexos, junio 2023), hay la historia de un joven reclutado por el crimen.

Su testimonio fue recogido, bajo el seudónimo de José, en el libro Filosofía e inscripción. Vida y muerte en tiempos de excepción (Ediciones Navarra, 2020).

José fue reclutado como narcomenudista por el CJNG, ascendido a chofer, luego llevado a una diestra (campo de entrenamiento ) y ascendido a ejecutor.

Fue sorprendido y detenido por miembros de un cártel rival, probablemente Sinaloa, a quienes les dio por no matarlo. Lo dejaron en el bosque y pudo regresar a su vida anterior, fuera de los cárteles.

Regresó como muerto en vida, gustoso de volver al mundo normal, pero íntimamente anormalizado para siempre.

Como sicario del CJNG, José vivía dentro de una organización jerárquica, que tenía establecidos sueldos y tareas para cada nivel de asociados, en una lógica destructiva de premios y castigos vía la droga y la brutalidad.

A quien rompía las reglas en el mundo de José, lo llevaban una noche a un paraje del monte, en cuyo centro había un tanque alumbrado por los faros de camionetas y “trocas”, dispuestas en círculo.

Luego de un juicio sumario, en el que le informaban de sus culpas, el transgresor era amarrado de pies y manos con “cinta canela”.

El comandante al mando gritaba : “¡Va a haber tanque!”.

Entonces los presentes caían sobre el transgresor a golpes y patadas. El comandante advertía: “Por las pendejadas que hagan, así van a acabar, güeyes”.

Entonces bañaban al transgresor en diésel, lo metían en el tanque y le prendían fuego.

José describe en su testimonio torturas, desmembramientos y ejecuciones, “el olor de la sangre”, dice Lomnitz, “el de una persona quemándose, cuánto pesa una cabeza humana y otras atrocidades”.

De vuelta a la vida normal, José confiesa:

Yo no siento ya como las demás personas. No siento miedo ni amor. Todo eso se pierde.

Todo eso: la simple, cotidiana, sensible humanidad.

La habrán perdido también los sicarios sobrevivientes de escuelas de exterminio como la del rancho Izaguirre, en Teuchitlán.