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Con buen humor resume Jorge Castañeda las platitudes que salen de Palacio Nacional en materia internacional como la doctrina Miss Universo.

Esta doctrina, que habrá que ir codificando para no perder sus hallazgos, está una galaxia adelante de la fantasmagórica doctrina Estrada, inventada y usada sin recato para no definirse frente a las sacudidas políticas del mundo.

La doctrina Estrada decía que, en principio, México no juzga lo que pasa en otros países, no condena ni celebra hechos de la política interior de otros Estados, sean golpes militares o resurgimientos democráticos.

No. México toma nota, y se reserva el derecho de tratar a los nuevos gobiernos, desde el punto de vista diplomático, según lo que indiquen los hechos. Es decir, según le convenga al gobierno en turno de México.

Funcionó muy bien aquella doctrina en un mundo donde las atrocidades internacionales tardaban algún tiempo en darle la vuelta al planeta.

Aún así, en los momentos serios, nunca funcionó. México reconoció dictaduras como la cubana, rechazó dictaduras como la española o la chilena, intervino como mediador activo en el conflicto centroamericano de los ochenta, etcétera. 

Fue activo cuando quiso.

Lo mismo pasa con la doctrina Miss Universo de nuestros días, salvo que de una manera más esquizoide.

Los principios mexicanos de la doctrina Miss Universo se resumen hoy en palabras como las que siguen, dichas por el presidente Lopez Obrador:

“México está en contra de las guerras”.

“Lo más importante es que no haya pérdidas de vidas”.

“No queremos la confrontación, no queremos la violencia”.

“Hay que pensar en garantizar el derecho a la vida”.

“Que en la ONU se busquen acuerdos de paz. No queremos víctimas por las guerras”.

Mientras dice esto, el gobierno de México avala los crímenes de las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, la invasión rusa a Ucrania, el terrorismo de Hamás y el nutrido escenario internacional de atentados contra el derecho de gentes, las leyes de la guerra y la defensa de los derechos humanos.

La doctrina Miss Universo mexicana, con todo lo trivial que se oye, esconde la celebración de varios cuerpos podridos en el armario.